11.26.2009

No encontrarías, viajero,

en todos los jardines

de Estambul a Delhi,

una rosa de similar aroma a éste

que ella

ahora, desnuda

te recuerda:

el aroma del amor no es de este mundo.

¿No debería entonces parar tu caminar?

Y más tangible ahora,

que ese esquivo perfume de su cuerpo floreando,

es el punzón constante

muy adentro

de la desdicha que trae esta distancia.

Así es el corazón, sin embargo, del nómada

y no anhelo la mezquita azul del Sultán Ahmed frente al Bósforo

ni los muros rojos de Dehli y sus siete ciudades,

anhelo los caminos que corren entre ellas,

y espero extrañamente que sus labios me reciban

a uno y otro extremo de mi largo camino.

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