7.21.2009

7.15.2009

Huía de tempestades, de batallas
casi siempre perdidas.
Quién imagina que en la calma del mármol
se escondan otros cantos
que rompan el silencio?
No hablé,
la cúpula vacía de ornamentos
hacía de Palacio de los Vientos
a unas golondrinas,
giraban
perdidas en su dicha.
No hablé,
pero la cúpula
acrecentó los ecos de mi corazón.
No salvarán las celosías
de mi deseo al mundo,
quizá te alcance
aún en lejanías
El hombre santo que diseño su tumba
sabía quizás mas de amores que de dioses,
¿o había entendido, amor, que eran lo mismo?

El lago

Es implacable el tiempo.
Antes, nos sonreíamos de orilla a orilla
y las garzas
llevaban nuestros amores
sin importar del lago lo profundo,
lo oscuro.

Es implacable el tiempo.

Bastó que retardáramos una noche
la humedad de los sueños:
la distancia es ahora de guijarros
de tierra herida
de polvo sediento.

Es implacable, como el sol, el tiempo,

No bastan esas gotas a las garzas;
dos nubes que en el trueno se entrelazan
sean las riberas de nuestros labios:
no titubeemos más
es implacable el tiempo
y puede el lago olvidar
como beber el cielo.