Es implacable el tiempo.
Antes, nos sonreíamos de orilla a orilla
y las garzas
llevaban nuestros amores
sin importar del lago lo profundo,
lo oscuro.
Es implacable el tiempo.
Bastó que retardáramos una noche
la humedad de los sueños:
la distancia es ahora de guijarros
de tierra herida
de polvo sediento.
Es implacable, como el sol, el tiempo,
No bastan esas gotas a las garzas;
dos nubes que en el trueno se entrelazan
sean las riberas de nuestros labios:
no titubeemos más
es implacable el tiempo
y puede el lago olvidar
como beber el cielo.
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