11.26.2009

No encontrarías, viajero,

en todos los jardines

de Estambul a Delhi,

una rosa de similar aroma a éste

que ella

ahora, desnuda

te recuerda:

el aroma del amor no es de este mundo.

¿No debería entonces parar tu caminar?

Y más tangible ahora,

que ese esquivo perfume de su cuerpo floreando,

es el punzón constante

muy adentro

de la desdicha que trae esta distancia.

Así es el corazón, sin embargo, del nómada

y no anhelo la mezquita azul del Sultán Ahmed frente al Bósforo

ni los muros rojos de Dehli y sus siete ciudades,

anhelo los caminos que corren entre ellas,

y espero extrañamente que sus labios me reciban

a uno y otro extremo de mi largo camino.

11.21.2009

No dejaré nunca esta casa de luz,
no dejaré nunca esta bendita ciudad,
pues aquí he encontrado a mi amor.
(Mevlana Rumi)

Serás mi patria, dijo
deteniendo su caravana
Y la miró, profunfamente,
bebiendo de sus ojos
como en un fresco pozo en el desierto.
Por la noche
ella incendió el desierto
cuando arriba temblaban de frío dos luceros.
Amar es recordar, respondió ella,
se fueron recorriendo
como quien busca sendas en un mapa de las cordilleras.

De ti salí al mundo como de un puerto a salvo,
y al cruzar mi mirada los desiertos
te sospecho detrás del horizonte
como la puerta del Reino
al final de la ruta de la seda.

11.13.2009

Bebíamos silencio de nuestros ojos, que huían y volvían como aves en celo,
leíamos destinos en el café preguntando lo que sabíamos ya
de antemano
Quizás
en ese nuevo país que era nuestro encuentro
fuese costumbre colocar un velo de seda fina entre los amantes
para matizar la fuerza de ciertas miradas.
Para suavizar ciertos gestos vacilantes,
como de marinos que olvidaron como andar en la tierra.
Se flotaba sin rumbo
y ella, perdiendo la mirada en otros horizontes interiores,
proponía anclarse al viento de una duda