11.13.2009

Bebíamos silencio de nuestros ojos, que huían y volvían como aves en celo,
leíamos destinos en el café preguntando lo que sabíamos ya
de antemano
Quizás
en ese nuevo país que era nuestro encuentro
fuese costumbre colocar un velo de seda fina entre los amantes
para matizar la fuerza de ciertas miradas.
Para suavizar ciertos gestos vacilantes,
como de marinos que olvidaron como andar en la tierra.
Se flotaba sin rumbo
y ella, perdiendo la mirada en otros horizontes interiores,
proponía anclarse al viento de una duda

No comments:

Post a Comment