12.15.2009

Al aroma de las flores
bebedoras de sol de tu jardín
pido este día
cuiden de tus manos
cuiden de tus ojos
tejedora.
Pues cuántos, y cuántos de hecho,
entre nosotros
en el complicado tejido
de nuestras vidas
llevamos anudados tus hilos
como sendas doradas a la luz.
Cierto
que la luz de tus ventanas
hilada en tu corazón
es entonces el telar de la alegría,
y los que caímos en tus redes
fuimos siempre más dichosos
que el instante anterior.
Seguramente esas flores que crecen
milagrosas como oasis en el desierto
no son más que creaciones de tus manos

como tu música, como tu risa.

1 comment:

  1. Cómo sabía el escriba que ayer se tejía? A veces sucede que El poeta dicta una misma melodía, acaso dos escuchan una misma canción. O son la canción misma.

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