5.29.2009

"No dejaré nunca esta casa de luz,
no dejaré nunca esta bendita ciudad,
pues aquí he encontrado a mi amor.¨ (Mevlana Rumi)

Wa ayna anta? preguntan,
Yo respondo mudo, me llevo la mano al corazón.
Pensáis que no conozco la respuesta.
O que oculto mi origen.

El polvo de mis pies cuenta tantos caminos
que un órfebre podría tejer con éste una joya imposible.

Mi país es un árbol cuyas ramas sostienen firmamentos,
casi nunca lo veo, incluso a mí me es invisible,
una luz cegadora envuelve al mundo
en los raros momentos en que muestra sus flores.

Hace años que perdí el hilo de oro
para salir de este laberinto.
Un día me senté, daba igual ser inmovil.
Hay una, más lejos que el resto, más cerca quizás,
que me llama en sueños. Si despierto al eco de sus voces
el árbol se me muesta más que nunca.
Yo camino de nuevo, lentamente.

Se de sobra que en este desierto no existen direcciones.
A veces me alejo de su aliento,
a veces estoy tan cerca que podria besarla.
Un día, pero sólo hay Uno que conoce todos los misterios,
se tocaran nuestros pies, el órfebre tejerá la joya,
el árbol tendrá dos raíces y sus hojas serán constelaciones,

por ahora camino con la lenta certeza de una tortuga gigante,
y llevo mi casa a cuestas.

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